«Lo que alguna vez fue un barco», Javier Schurman
- Inés Nogueiras
- 10 sept
- 1 Min. de lectura

Una pareja a la deriva, un secuestro a la persona equivocada, un niño que espera en el asiento trasero de un auto, otro niño que espera al mejor espectador de sus hazañas, situaciones que no son lo que parecen, personas que conviven con fantasmas, personas que cuidan con su pena a cuestas, personas que esperan malas noticias: el mundo de los cuentos de Javier Schurman (Buenos Aires, 1977) está habitado por tensiones y vínculos que incomodan algunas veces, pero que conmueven casi todas.
«Y es que el tiempo se hizo eterno y el espacio insignificante, peligroso en la deriva. Todo nos golpea sobre la cara: sol, viento, lluvia, agua. La falta de perspectiva, sin tierra a la vista. A veces soñamos. Una gaviota, una sombra en el horizonte, un aire diferente, una esperanza fundada en lo que alguna vez fue un barco, en lo que alguna vez creímos saber sobre navegación».
Cuentos breves, sin artificios, que se sienten muy cercanos y concluyen con finales abiertos como ventanas a las que asomarse con lo que cada uno lleva a cuestas.
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