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«Las malas», de Camila Sosa Villada


La visibilidad es importante, pero también lo es dejar hablar a quienes son invisibilizados. Abundan las producciones culturales que se acercan al universo de “lo diverso” o que incluyen —sin incluir realmente— al colectivo LGBT.


Leer la voz de Camila Sosa Villada narrando «Las malas» no deja de ser tan refrescante como tristemente excepcional. Sosa (La Falda, 1982) refleja en esta breve y contundente novela a la comunidad travesti que la recibió en Córdoba capital, a donde llegó buscando un futuro desde una ciudad mucho más pequeña y hostil.


No es una prosa complaciente, porque no es una experiencia complaciente. Está llena de dureza, de violencia, de marginación, pero también de hermandad, de empatía, de humor y de milagros. Lo mejor que puedo decir sobre esta novela está en sus páginas. Ojalá se lea.


«Yo digo que fui convirtiéndome en esta mujer que soy ahora por pura necesidad. Aquella infancia de violencia, con un padre que con cualquier excusa tiraba lo que tuviera cerca, se sacaba el cinto y castigaba, se enfurecía y golpeaba toda la materia circundante: esposa, hijo, materia, perro. Aquel animal feroz, mi fantasma, mi pesadilla: era demasiado horrible todo para querer ser un hombre. Yo no podía ser un hombre en ese mundo».

Publicado en 25Siete

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