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«El baile de las luciérnagas», Kristin Hannah



Las amistades que duran toda una vida tienen —por la fuerza de toda esa vida que les pasa al lado— una resistencia particular y muchas veces inexplicable. Son un “estar ahí” que trasciende la presencia física y, cuando tienen cimientos sólidos, pueden aguantar el temblor de más de una crisis.


«El baile de las luciérnagas» relata la “amistad para siempre” entre dos muchachas que, a los 14 años, no pueden ser más diferentes y, por eso mismo, complementarias. Tully es extrovertida, hegemónicamente bella, con una libertad e independencia que es producto de la negligencia de su madre. Kate es introvertida, acomplejada y romántica, y cuenta con una red familiar cariñosa y protectora. En este marco de opuestos, asistimos al desarrollo de este vínculo entre mediados de los 70 y los primeros años del nuevo milenio.


Sencilla desde el punto de vista literario, esta novela se lee de forma fluida y agradable. Los personajes son un poco estereotípicos, pero funcionan para traer a la atención distintos temas con los que cualquiera puede identificarse o empatizar. La historia va ganando interés y atractivo a medida que los personajes se van conociendo entre sí y nosotros los vamos conociendo a ellos. Como pasa en todas las buenas amistades.


La historia está salpicada de dramas íntimos y problemáticas capaces de conmover al más recio, sobre todo al final, donde se tocan fibras tan profundas que es difícil atravesar las últimas páginas sin que se nuble la vista. Netflix estrenó este año una adaptación en la que se tomó quizás demasiadas libertades narrativas, por lo que el cruce entre ambos consumos puede ser una experiencia desconcertante.


+Info Publicado originalmente en 25Siete

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