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Manspreading y mansplaining: no son solo dos palabras parecidas


Vas viajando en el 427, sentada contra la ventanilla en un asiento doble, y un varón se te sienta al lado. De pronto, sus rodillas comienzan a separarse, sus piernas a expandirse y a empujar las tuyas, porque ya invadieron la “mitad” del espacio disponible para el asiento. La reacción general es que vos vas juntando cada vez más tus piernas y corriéndolas para evitar el contacto (aunque a veces es inevitable). Terminás toda apretada contra la ventanilla como esos peluches que tienen ventosas para pegarse en los vidrios. Bueno, no tanto, pero así te sentís, seguramente.


A esa situación, en los países de habla inglesa se le puso el nombre de manspreading, que en español sería algo como “la propagación del hombre”. Desde España propusieron decirle despatarre, pero el término en inglés terminó ganando popularidad. Por regla, cuando un fenómeno se expande por el mundo al punto de recibir un nombre específico es porque es bastante generalizado. Así que, si alguna vez te pasó, ¡no fue una excepción de un flaco que no supo ubicarse o que tiene problemas de expresión corporal!

El manspreading es una manera de habitar espacios que muestra que los hombres no respetan nuestra esfera personal. Lo cierto es que nada justifica que se sienten de esa manera (no, lo que tienen entre las piernas de ningún modo les impide sentarse con las piernas juntas, que no te digan pavadas). Solo son maneras de emplear el cuerpo, muchas veces incorporadas por imitación de lo que ven a su alrededor (por eso, no siempre lo hacen para molestar a la mujer, pero siempre terminan molestando).

Ahora bien, también del inglés se popularizó la expresión mansplaining, que suena tan parecido a la otra que a veces te las podés confundir (en español se sugiere usar machoexplicación). En este caso, el fenómeno que describe es la costumbre de muchos varones de “explicarles” a las mujeres cómo son o deberían hacer cosas (muchas veces, cosas que nosotras conocemos mejor o más profundamente).

El ejemplo más cotidiano de esta situación se da en las redes sociales: una mujer escribe algo sobre su experiencia, sobre feminismo, sobre asuntos que le conciernen por ser mujer y recibe respuestas de hombres que la corrigen o le explican “cómo son las cosas realmente”. Pero el mansplaining también se ve en los espacios mixtos como conferencias, reuniones, eventos políticos… Ha llegado a puntos ridículos en que varones sin conocimiento profundo de un tema han tratado de explicarle conceptos a mujeres científicas o profesionales que trabajan en ese tema desde hace décadas.

Este fenómeno tiene sus raíces en el patriarcado, que siempre priorizó la voz masculina como la voz autorizada. Hasta el día de hoy, cuando habla un hombre suele recibir mayor atención que una mujer; la sociedad les ha enseñado a los varones que todo lo que tengan para decir u opinar es valioso. Basta con ver los múltiples eventos públicos que, incluso cuando se dedican a la mujer como temática, cuentan entre sus oradores con mayoría (o totalidad) de hombres.

Entonces, como dice el título, manspreading y mansplaining no son solo dos palabras parecidas: son dos fenómenos en los que se ponen de manifiesto las formas en que los varones nos quitan espacios, ya sea con el cuerpo o con la voz.

¡Luchemos por nuestros espacios! ¿Estás lista para defender tu lugar?


Publicado originalmente en Harta

Ilustrado por Clara

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