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El papel nuestro de cada día: una reflexión sobre cómo nos informamos en la red

Un columnista estadounidense especialista en temas de tecnología se “desconectó” por dos meses de las noticias en Internet y en las redes sociales. Su único medio de información en ese lapso fueron periódicos y revistas impresos. El relato sobre su experiencia abre varias reflexiones sobre nuestra responsabilidad como consumidores de información.

Diarios apilados en una mesa
Informarse solo a través del papel, todo un desafío en la era digital. Foto: Pixabay

Farhad Manjoo, especialista en temas de tecnología, decidió emprender un viaje en el tiempo. Canceló durante dos meses todas sus notificaciones de noticias online, se mantuvo lejos de las redes sociales y pasó a informarse, durante ese lapso, solo a través de periódicos y revistas impresos. Culminada la experiencia, compartió sus aprendizajes en la columna State of the Art, que escribe periódicamente en The New York Times. La nota original, en inglés, puede leerse aquí. Manjoo comienza su nota contando que se enteró de un tiroteo en una escuela de Florida porque recibió una alerta en su smartwatch (“aunque había desactivado las notificaciones, las noticias más grandes igual encuentran la manera de colarse”*), pero luego no supo más nada del suceso hasta el día siguiente, cuando recibió los tres periódicos en papel a los que se había suscrito para su experimento de desconexión digital. Le llevó unos 40 minutos leerlos y enterarse del horror del tiroteo y del resto de las noticias que ofrecían The Times, The Wall Street Journal y The San Francisco Chronicle. El columnista se muestra complacido de haberse “perdido” varias de las cosas que se publicaron en línea durante y después del tiroteo: información falsa distribuida por las redes, amplificada por bots, recogida por algunos políticos y publicada por distintos medios. No solo había ahorrado tiempo, sino que se sentía mejor informado. "Como había evitado los errores inocentes —y los más maliciosos— que habían impregnado las primeras horas posteriores al tiroteo, mi primera experiencia de la noticia fue un relato preciso de los hechos reales del día".  Como sensaciones inmediatas de este experimento, Manjoo resalta el descenso en los niveles de ansiedad y “adicción a las noticias”. Tras haberse desprendido de la “máquina zumbadora de noticias de último momento” que llevaba en el bolsillo, y tras su elección de informarse mediante formatos que priorizan la profundidad por sobre la velocidad, logró sentirse más ampliamente informado (y “avergonzado” de todo el tiempo libre que encontró entre sus manos). Pero, luego de analizar más en profundidad lo que vivió durante esos dos meses, Manjoo reflexiona sobre su rol como consumidor de noticias en el fragmentado ecosistema actual de información. "La tecnología nos permite sumergirnos en cámaras de eco, exacerbando la desinformación y la polarización, y logrando que la sociedad sea más susceptible a la propaganda. Con la inteligencia artificial haciendo que el audio y el video sean tan fáciles de falsificar como el texto, estamos entrando a una distopía de salón de los espejos, que algunos llaman el "apocalipsis de la información". Y todos esperamos una solución del gobierno y de Facebook. ¿Pero tú y yo no tenemos también un papel que desempeñar?" Manjoo resume las lecciones que aprendió y les da la forma de tres consejos o instrucciones: 

“Recibe noticias” Manjoo reconoce que la prensa impresa es costosa, y además ofrece un rango más estrecho de ideas que el que se puede encontrar en línea. Pero agrega que a través de ella se reciben noticias, mientras que en Internet mucho de lo que se obtiene no son noticias sino “un hilo sin fin de comentarios que ayuda más a distorsionar nuestra comprensión del mundo que a iluminarla”. "No hay nada malo en obtener muchos matices de opinión. Y leer solamente el periódico puede ser una experiencia solitaria; muchas veces no tuve claro lo que las hordas en línea pensaban acerca de las noticias. Sin embargo, la prominencia de los comentarios por sobre las noticias en línea y las noticias por cable se siente al revés, y peligrosamente. Es exactamente nuestra lealtad a la multitud —a lo que otras personas están diciendo sobre las noticias, en lugar de las noticias en sí mismas— lo que nos hace susceptibles a la desinformación". “No demasiado rápido” Manjoo recuerda algo que parece obvio pero que muchas veces se olvida: la vida real es lenta, y a los profesionales les lleva tiempo entender qué está pasando y cómo eso se inserta en el contexto. La tecnología, por su parte, es veloz. Las redes sociales ofrecen datos y hechos en mucho menos tiempo del que se necesita para darles sentido y allí es donde se deja la puerta abierta a la especulación y la desinformación. "Esta fue la sorpresiva bendición que me brindó el periódico. Recibía noticias de un día atrás, pero en el tiempo que pasó entre que ocurrió la noticia y el momento en que apareció en mi puerta, cientos de profesionales experimentados habían hecho el trabajo duro por mí". Otra consecuencia de esta decisión fue la agradable sensación de que el tiempo se ralentizaba. “Si te informas solo una vez al día, el mundo parece contenido y comprensible”. Y esta sensación, afirma el columnista, puede obtenerse también informándose en Internet: solo basta con fijarse un ritual diario para la lectura de noticias o preferir las newsletters matutinas por sobre la constante actualización de titulares a lo largo de la jornada.

“Evita lo social” Manjoo termina su columna reconociendo que no es necesario vivir un apagón digital para tener una mejor relación con las noticias, pero que sí le resulta imprescindible abandonar las plataformas sociales como medio de información.  Estas plataformas, opina al final de su texto, recompensan la velocidad por sobre la profundidad y provocan que el calor del momento se apodere de los hechos. En ese panorama, los “propagandistas experimentados” terminan primando sobre los “analistas bien intencionados”.  Esta columna abre interesantes reflexiones sobre nuestro rol como consumidores de información: nos invita a priorizar el análisis detenido por sobre el vértigo de la noticia que irrumpe, y a distinguir información pura y dura de datos “filtrados” por la opinión de otros. Pero también nos permite aventurar otros debates necesarios desde la profesión periodística: ¿cómo posicionarnos como periodistas en este panorama de velocidad y noticias falsas? ¿Es posible renunciar a Internet y las plataformas sociales para hacer periodismo hoy? ¿Cuál es la responsabilidad que debemos asumir como productores de información en el ecosistema noticioso actual? *Publicado originalmente en Periodismo en diálogo. *La traducción de los fragmentos textuales fue realizada por María Inés Nogueiras

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